sábado, 25 de febrero de 2012

Mi identidad, mis pertenencias.

¿Qué es la identidad?
La identidad es el conjunto de rasgos que caracterizan a cada persona y que por tanto, la hacen única.


En primer lugar dedicaré unas líneas a reflexionar cuál es mi identidad y lo que ésta significa para mi.
Me llamo María, tengo dieciséis años, soy española, tengo una hermana y dos sobrinos y vivo con mi madre en un pequeño barrio de Madrid.
Esos probablemente sean los datos más destacables sobre mi identidad, los que todos mencionamos cuando tenemos que describir nuestra identidad en líneas generales, pero realmente esto va más allá. Esta identidad que me hace única e inconfundible ante los demás no solo consiste en que tenga dieciséis años, que sea española y que tenga una hermana y dos sobrinos si no también en detalles simples  como que me encante comer chocolate, que haya cogido como rutina cantar en la ducha, que me den pánico las arañas y que aborrezca las lentejas.
Estas características que me definen y que me hacen inconfundible son simples y corrientes, características que para nada se salen de lo normal.


Es esto lo que me fascina de cada identidad. Lo compleja y exclusiva que puede llegar a ser aún partiendo de rasgos comunes que comparten miles de personas.


Habrá muchas personas que canten en la ducha y que aborrezcan las lentejas pero no todas ellas tendrán fobia a las arañas y vivirán en un pequeño barrio de Madrid. No todas ellas se llamarán María y tendrán dieciséis años. Con esto quiero decir que todos tenemos rasgos en común, pero es la variedad que estos llevan a cabo en nuestra identidad la que nos hace totalmente diferentes.


A continuación me gustaría aclarar que algunos de estos rasgos que nos caracterizan son innatos y que otros muchos los adoptamos con el paso del tiempo mediante nuestra vida en sociedad.
Es por ello que la identidad nunca llega a estar totalmente definida, ya que se puede modificar con el tiempo.


Como bien he dicho, la identidad de una persona se ve continuamente afectada por la sociedad de la época y por tanto, me atrevería a decir que aquello que nos hace tan únicos es finalmente el producto de aquella sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Un rasgo determinante en mi identidad es mi sexo. Soy mujer. Aparentemente es solo un tipo de sexo y aún siendo un dato importante en mi identidad, no parece tener mayor relevancia. En cambio, no pasaría lo mismo si retrocediésemos ochenta y tres años. En esa época, la sociedad le habría restringido a mi identidad el valor de libertad por el simple hecho de ser mujer. Sí, solo por ello carecería de uno de los pilares básicos que posee cualquier persona en la sociedad actual por el hecho de ser persona. Este es un claro ejemplo de lo mucho que afecta la sociedad en nuestra forma de pensar, actuar, en nuestros hábitos y costumbres, en nuestros gustos y preferencias, que finalmente, acaban determinando aquello denominado  identidad.


Otro rasgo importante que define mi persona es mi creencia religiosa.
Atea. Me considero atea. Afirmo no creer en la existencia de ningún Dios. ¿Acaso habría dicho lo mismo dos o tres siglos atrás?
Como ves, nuevamente la sociedad cumple un papel determinante sobre nuestros rasgos.


Finalmente, he llegado a la conclusión de que si la identidad es un producto de la sociedad y nosotros somos identidad, no somos más que el mero producto de esta sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario