miércoles, 29 de febrero de 2012

Tarde, otra vez es tarde.

Aquí estoy otra vez, escribiendo. 
Es de esos días en los que cualquier escusa me parece buena para dejar a un lado los apuntes y olvidarme de lo mucho que tengo que estudiar. 
He de decir que bachillerato me está matando. Eso de tener que renunciar a mi vida social no lo llevo del todo bien, qué digo, no lo llevo nada bien. Digamos que no lo llevo. 


"¿Dónde está la actitud?" 


Eso me gustaría saber a mi. Actitud, dónde coño te has metido. Hace tiempo que nada me motiva. ¿Qué me pasa? Pienso en la mierda de verano que me espera como suspenda alguna asignatura en Junio, es más, pienso en la gran cagada que sería tener que dar otra vez todas las asignaturas que ya he dado.
Me agobio. Es entonces cuando mi madre salta diciendo "agobiarse no sirve de nada" Claro que no sirve de nada, ¿ cuántas cosas hago al cabo del día y cuántas valen la pena?. ¿Acaso escribir esto sirve de algo? Lo dudo. 
Sí bueno, como decía, mucho agobio y todo lo que tú quieras, pero aquí sigo.
¿Sinceramente? Pienso que estoy tirando un año por la borda. Y sí, ya sé que está en mis manos, pero como ya he dicho esta dichosa actitud no se digna a aparecer. 


Creo que iré a buscarla.

sábado, 25 de febrero de 2012

Mi identidad, mis pertenencias.

¿Qué es la identidad?
La identidad es el conjunto de rasgos que caracterizan a cada persona y que por tanto, la hacen única.


En primer lugar dedicaré unas líneas a reflexionar cuál es mi identidad y lo que ésta significa para mi.
Me llamo María, tengo dieciséis años, soy española, tengo una hermana y dos sobrinos y vivo con mi madre en un pequeño barrio de Madrid.
Esos probablemente sean los datos más destacables sobre mi identidad, los que todos mencionamos cuando tenemos que describir nuestra identidad en líneas generales, pero realmente esto va más allá. Esta identidad que me hace única e inconfundible ante los demás no solo consiste en que tenga dieciséis años, que sea española y que tenga una hermana y dos sobrinos si no también en detalles simples  como que me encante comer chocolate, que haya cogido como rutina cantar en la ducha, que me den pánico las arañas y que aborrezca las lentejas.
Estas características que me definen y que me hacen inconfundible son simples y corrientes, características que para nada se salen de lo normal.


Es esto lo que me fascina de cada identidad. Lo compleja y exclusiva que puede llegar a ser aún partiendo de rasgos comunes que comparten miles de personas.


Habrá muchas personas que canten en la ducha y que aborrezcan las lentejas pero no todas ellas tendrán fobia a las arañas y vivirán en un pequeño barrio de Madrid. No todas ellas se llamarán María y tendrán dieciséis años. Con esto quiero decir que todos tenemos rasgos en común, pero es la variedad que estos llevan a cabo en nuestra identidad la que nos hace totalmente diferentes.


A continuación me gustaría aclarar que algunos de estos rasgos que nos caracterizan son innatos y que otros muchos los adoptamos con el paso del tiempo mediante nuestra vida en sociedad.
Es por ello que la identidad nunca llega a estar totalmente definida, ya que se puede modificar con el tiempo.


Como bien he dicho, la identidad de una persona se ve continuamente afectada por la sociedad de la época y por tanto, me atrevería a decir que aquello que nos hace tan únicos es finalmente el producto de aquella sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Un rasgo determinante en mi identidad es mi sexo. Soy mujer. Aparentemente es solo un tipo de sexo y aún siendo un dato importante en mi identidad, no parece tener mayor relevancia. En cambio, no pasaría lo mismo si retrocediésemos ochenta y tres años. En esa época, la sociedad le habría restringido a mi identidad el valor de libertad por el simple hecho de ser mujer. Sí, solo por ello carecería de uno de los pilares básicos que posee cualquier persona en la sociedad actual por el hecho de ser persona. Este es un claro ejemplo de lo mucho que afecta la sociedad en nuestra forma de pensar, actuar, en nuestros hábitos y costumbres, en nuestros gustos y preferencias, que finalmente, acaban determinando aquello denominado  identidad.


Otro rasgo importante que define mi persona es mi creencia religiosa.
Atea. Me considero atea. Afirmo no creer en la existencia de ningún Dios. ¿Acaso habría dicho lo mismo dos o tres siglos atrás?
Como ves, nuevamente la sociedad cumple un papel determinante sobre nuestros rasgos.


Finalmente, he llegado a la conclusión de que si la identidad es un producto de la sociedad y nosotros somos identidad, no somos más que el mero producto de esta sociedad.

lunes, 20 de febrero de 2012

Docemasuno

Buenos días mi vida. Son las siete y media de la mañana, y aquí me tienes. Debería estar estudiando, sí, lo sé. En breves lo haré, te lo prometo, pero antes me gustaría recordarte una cosilla.

Te amo. Verbo amar, primera persona del singular del presente de indicativo.
Mucho, mucho...





Tú, yo... Nosotros.

Fiu fiu.

"Disfruta de la fuerza y la belleza de tu juventud. No me hagas caso, nunca entenderás la belleza y la fuerza de tu juventud hasta que se hayan marchitado, pero créeme, dentro de veinte años, cuando mirando fotos te veas a ti mismo verás como no puedes ver ahora, cuántas posibilidades tenias ante ti y lo guapo que eras en realidad. No estás tan gordo como te imaginas.No te preocupes por el futuro o preocúpate, pero sabiendo que es tan efectivo como intentar resolver una ecuación de álgebra masticando chicle. Es probable que los problemas más serios que te surjan en la vida sean cosas que ni se te pasaron por la cabeza, de esas que te sorprenden un martes cualquiera a las cuatro de la tarde.Todos los días haz algo que te de miedo. Canta. No juegues con los corazones de los demás, no aguantes que la gente juegue con el tuyo. Cepíllate los dientes. No pierdas el tiempo sintiendo celos. Algunas veces irás ganando y otras, perdiendo

La carrera es larga y al final, solo compites contra ti mismo.

Recuerda los elogios que recibas, olvida los insultos... y si lo consigues, dime cómo.Conserva las viejas cartas de amor. Tira los recibos viejos del banco.No te sientas culpable si no sabes qué quieres hacer en la vida. Las personas más interesantes que conozco no sabían lo que querian hacer con su vida a los veintidós años. Algunas de las personas más interesantes que conozco, tampoco lo saben a los cuarenta.Toma mucho calcio. Trata bien a tus rodillas, las echarás de menos cuando te fallen.Quizá te cases, quizá no. Quizá tengas hijos, quizá no. Quizá te divorcies a los cuarenta. Quizá bailes Rock cuando celebres las bodas de platino.Hagas lo que hagas, no te congratules demasiado ni tampoco te censures. Siempre has optado por una cosa u otra, como el resto del mundo.Disfruta de tu cuerpo. Úsalo de todas las maneras que puedas. No le tengas miedo ni te preocupe qué piensan los demás de él. Es el mejor instrumento que tendrás jamás.Baila. Aunque no tengas dónde hacerlo más que en el salón de tu casa. Lee las instrucciones aunque no las sigas. No leas revistas de belleza, sólo harán que te sientas feo.Conoce a tus padres, nunca sabes cuándo se irán para siempre... Sé bueno con tus hermanos. Son el mejor vínculo con tu pasado y los que probablemente seguirán contigo en el futuro.Entiende que los amigos vienen y se van, pero que hay unos pocos escogidos que debes conservar.Esfuérzate en no desvincularte de ciertos lugares y costumbres porque cuanto más mayor te hagas, más necesitarás a las personas que conociste cuando eras joven.Vive en Nueva York alguna vez, pero vete antes de endurecerte. Vive en el norte de California alguna vez, pero vete antes de ablandarte. Viaja. No te hagas demasiadas cosas en el pelo o cuando tengas cuarenta años parecerá el de alguien de ochenta y cinco. Ten cuidado con los consejos que compras y ten paciencia con quienes te los vendan. Los consejos son una forma de nostalgia. Ofrecerlos es una manera de rescatar el pasado del vertedero, sanearlo, pintar las partes feas y reciclarlo dándoles más valor del que tienen."