domingo, 22 de enero de 2012

En una nube...

Así es como me siento. 


No hace demasiado tiempo escribí  en otro blog una entrada exponiendo qué significado tenía para mi la palabra Siempre y mi opinión sobre todas aquellas personas que en algún momento de mi vida habían mencionado esta palabra, y no solo eso, personas que habían llegado a prometerme un Siempre un tanto incierto. Un Siempre que a menudo dejaba de ser Siempre para convertirse en algo cuyo significado todavía desconozco.
Es por esto por lo que durante un tiempo decidí olvidarme de esta palabra y con ello, de lo que esta significaba o mejor dicho, de lo que dejaba de significar. El caso es que puede parecer totalmente estúpido. Realmente puede que lo sea, pero lo hice y no hay más.


Es entonces cuando aparece otra persona en tu vida, y te regala otro Siempre tan incierto como todos los anteriores. Si siguiese en mis trece, debería pasar de esta palabra, pero como yo suelo ser de esas que dicen:


 "Segundas oportunidades nunca fueron buenas" 

y la vida me ha demostrado que no siempre será asi ya que...


"Todo el mundo merece una segunda oportunidad" 

he decidido darle una segunda oportunidad a este Siempre, que en cierto modo tanto me gusta.
Al fin y al cabo....
"El que nunca dijo siempre es que no supo soñar."

...Yo aún sigo haciéndolo. 

sábado, 21 de enero de 2012

Se que ahora me leerás e intentarás sacarle algún sentido a esto que escribo. Algunas cosas las darás por hecho, otras no las entenderás y te preguntarás por qué. Muchas de ellas podré explicártelas y otras, en cambio, no.
Buscarle un sentido a todo esto podría parecer un poco enrevesado, pero si lo intentas, te darás cuenta de que no va más allá de ti.

Miedo. Explicar un sentimiento nunca ha sido fácil, pero esta vez intentaré hacerlo. Me gustaría explicarte el por qué de esto. He sentido miedo, un miedo un tanto extraño, un miedo que no estaba en su plenitud. Un miedo a que no sintieras lo mismo, a que te fueras, a que no siguieras aquí, miedo por todo lo que siento, miedo a no hacerlo bien. Miedo en el buen sentido de la palabra, un miedo un tanto necesario para darte cuenta de que esa persona te importa, te sigue importando. No quiero que lo veas como algo malo, realmente no creo que lo sea, simplemente quiero que sigas aquí, conmigo, no hay más. Nada más.

Te quiero y quiero estar contigo, sólo es eso.


miércoles, 18 de enero de 2012

A veces siento la necesidad de parar por un momento y sentarme a escribir. 
No sé muy bien el por qué, y tampoco pretendo saberlo, simplemente creo que es una vía fácil para “soltar” todo aquello que a veces escondo por diversos motivos, los cuales carece de importancia citar. El caso es que hoy he sentido esta necesidad, pero al igual que otras veces, se me hace difícil plasmar todo aquello que me pasa por la cabeza. Quizás porque sean demasiados pensamientos, quizás porque la mayoría de ellos son contradictorios, no sé.
El caso es que siendo sincera sólo hay un tema por el que ahora mismo estoy aquí sentada.
Hacía tiempo que no me sentía así, y creo que ya empezaba a echarlo de menos. Me refiero a esa sensación de cosquilleo, de no dormir nada, de no quitarte a esa persona de la cabeza. Me refiero a esos nervios que me invaden cuando me cruzo con el, a esas ganas de abrazarle y no soltarle en horas, en esa necesidad de parar el tiempo, de obviar todo lo demás.
Mentiría si dijese que no siento miedo, pero también lo haría si dijese que este cada vez va a  más. Siento miedo, pero he decidido no asustarme por sentirlo. Es normal. El miedo no hace daño a nadie, incluso me atrevería a decir que es sano. Al fin y al cabo sentirlo no está del todo mal. 

sábado, 14 de enero de 2012

Bla,bla,bla.

Me encantaría saber qué le pasa por la mente cuando estoy a su lado. Es esto, esta incertidumbre la que llena de dudas mi cabeza, la que hace que no deje de pensar en el, y la que me martiriza nuevamente por la posibilidad de no estar haciendo lo correcto. 
Pero, ¿qué es lo correcto? Cuando me hago esta pregunta dos posibilidades se clavan en mi cabeza. O bien dejarlo pasar evitando perder pero sin la posibilidad de ganar, o bien arriesgar exponiéndome a ambas.

Lo correcto quizás sería dejarlo pasar, porque aunque aparentemente
"Si no arriesgas, no ganas” 
quizás para mi ganar signifique  no perder.  O por el contrario quizás lo correcto sería arriesgar garantizándome así cantidad de buenos momentos, pero exponiéndome a poder experimentar algunos malos.

Para llevar a cabo la primera opción quizás ya sea demasiado tarde. 
Es entonces cuando me pregunto por qué sigo recapacitando sobre si todo esto es lo correcto si realmente la primera ya está descartada y en la segunda estoy metida de lleno.
Puede que también sea eso lo que me preocupe. Esa necesidad de verle, de hablar con el y ese miedo, sí, ese miedo que no desaparece. Miedo a pasarlo mal, a no hacerlo bien o a perderle. Al fin y al cabo miedo. Es entonces cuando una pregunta que leí hace poco, vuelve a mi cabeza;


“¿Por qué siempre pensamos en si saldrá mal y por qué casi nunca pensamos en si saldrá bien?”

Quizás sea por que solo nos centramos en evitar lo malo, obviando de este modo todo lo bueno que nos sucede, cuando realmente debería ser al revés.

El caso es que de un modo u otro la decisión está tomada, independientemente de si es lo correcto o no, cosa la cual evitaré pensar, porque creo que a estas alturas quizás ya sea demasiado tarde para planteárselo.
Esperanza. Sí. Esa es la palabra que mejor se adapta a esta situación. 
Tengo la esperanza de que todo esto salga bien, de no cagarla como otras muchas veces he hecho y sí, tengo esperanza de que para él todo esto signifique tanto como para mi.
Es esa importancia que le doy a esto la que tanto me asusta. El pensar que quizás ya me haya atado a él, y no solo eso, el pensar si él también lo ha hecho. Tengo miedo a que cambie de opinión, a que todo cambie del día a la noche, como ya pasó una vez. Temo eso, y sí, se que si ese temor me pertenece es porque él me importa, de un modo u otro, pero lo hace.